miércoles, 22 de octubre de 2008

Concurso Javier Morales '08

Septiembre 2008. Concurso.
El edificio parroquial se adosa a las alineaciones externas de la parcela para definir un patio interior acotado y recogido en sí mismo. Este espacio público da continuidad visual a la red de espacios libres conformada por los parques que se desarrollan al norte y sur del solar. La edificación se ordena en torno al borde exterior, ciñéndose a la calle de Francisco Ayala mientras que recorta su perímetro hacia la calle de Juan de la Encina para crear un ámbito exterior de acceso. La confluencia de ambas se refleja en la iglesia con un cuerpo de gran altura que realza la importancia urbana de la esquina.
Este elemento es el protagonista formal de la propuesta, recuerdo del cimborrio como hito que marca el lugar más sagrado de la parroquia. El presbiterio adquiere el valor de centro simbólico y geométrico de la propuesta. La planta se ordena radialmente en torno al altar, los distintos ámbitos se conectan al núcleo como las puntas de una estrella. Este sistema de ordenación alude de nuevo a la concepción tradicional de una iglesia, con una sucesión de capillas de muy diversa índole conectadas a la nave central. El proyecto recupera el elemento del deambulatorio para realzar el carácter central de la planta. El trasaltar sirve de vestíbulo de distribución de las salas parroquiales, centro de la vida parroquial al margen de la liturgia. Este espacio se ilumina a través del ancho muro del altar a modo de transparente.
El volumen de la parroquia reproduce su funcionamiento centralizado y radial. El cuerpo vertical que ilumina el presbiterio se completa con una sucesión de cuerpos tronco-piramidales apaisados que lo rodean como las púas de un erizo. El lucernario apuntado deja pasar la luz a través de dos grietas, una vertical que recorre toda la altura y otra horizontal en su cara superior. Dichos planos de policarbonato se extienden más allá del propio edificio para formar una cruz translúcida de gran escala. La forma estrellada de la planta genera una red de patios en forma de cuña que sirven de ámbito intermedio entre el exterior y el interior del edificio. La iglesia se abre al exterior de un modo controlado, sin perder la intimidad necesaria en un espacio de meditación y recogimiento. La nave de la iglesia queda dividida en tres ámbitos a través de estas cuñas: la Capilla del Santísimo, el Coro y la Nave. Esta ordenación pretende adaptar el uso de la iglesia al número de feligreses, de modo que puedan ocupar sucesivamente los distintos ámbitos en función de la afluencia a misa. Se evita así la sensación inhóspita que produce ocupar un gran espacio vacío.
El patio de distribución posibilita una gran flexibilidad de accesos y facilita la evacuación del edificio en caso de emergencia. El acceso principal, para las celebraciones de mayor afluencia, se produce en el extremo sur del solar, y facilita la entrada directa a la nave de la iglesia. En el funcionamiento diario, dicho acceso estaría cerrado. La entrada al centro parroquial se ubica en el punto medio de la fachada a la calle de Francisco Ayala, controlada por el despacho parroquial. A través de este punto porticado se puede acceder a los salones parroquiales e iglesia por un lado y a las dependencias de Cáritas y vivienda del párroco por otro. El acceso al patio distribuidor se mantiene en todo caso, posibilitando la entrada independiente a la Nave principal o a la Capilla desde el mismo.

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